Vivimos en un mundo complejo y lleno de incertidumbres pero a la vez con esperanzas por cambiar una realidad que reclama más justicia, más igualdad y más solidaridad, con un trabajo digno para todos y un respeto efectivo al medio ambiente. Las empresas, principal fuente de riqueza, no pueden ser ajenas a tal proceso de cambio. Debemos cambiar un modelo productivo planteado para que unos pocos ganaran a costa de muchos otros y que el beneficio económico fuera el indicador de éxito, para ir hacia un nuevo modelo fundamentado en valores y con intereses equilibrados en el que todos ganen: empresarios, trabajadores, clientes… y ciudadanos en general. Así podrá desarrollarse un mundo mejor, más sostenible, sin olvidar el papel determinante de los gobiernos de los Estados y los globales (con creciente fuerza). Es cierto que tendría que aplicarse en las organizaciones, además de los actuales indicadores de resultados, otros indicadores de progreso, en donde los beneficios sociales, ambientales y económicos se conjuguen armoniosamente. Afortunadamente, hay modelos de referencia que están aplicando empresas guiadas por principios de excelencia, conjugando competitividad y responsabilidad. En este nuevo modelo resulta esencial la construcción de empresas saludables, las que dan respuesta a la Declaración de Luxemburgo que define lo que deben ser las organizaciones para generar riqueza, salud y bienestar, y cómo avanzar en esta dirección mediante la Red Europea de Empresas Saludables, compartiendo experiencias que estimulen y faciliten el camino.
La empresa competitiva y saludable deberá prestar una atención especial a las necesidades de los trabajadores, implicándose a su vez ellos en el proyecto empresarial. Solo en entornos de libertad, cooperación y respeto surge la innovación y la creatividad, que son la garantía de futuro de toda organización. Para ello, hay que dar respuesta al concepto integral de salud a través de medidas como: fomentar el ejercicio físico, la dieta mediterránea, la conciliación de la vida laboral y familiar, una movilidad laboral segura y sostenible, la calidad del entorno físico y ambiental de trabajo, y una organización del trabajo que favorezca la participación de los trabajadores en todo lo que les afecte, sin descuidar el necesario desarrollo personal y profesional que las personas necesitan para estar intelectualmente vivas y ser “empleables” ante una vida laboral que se alarga. La evolución demográfica, preocupante en nuestro contexto europeo, deberá compensarse de manera natural, en parte, por los movimientos migratorios generados por las guerras, y la urgencia de satisfacer necesidades vitales y compensar desigualdades, constantes de la humanidad. Pero la empresa deberá gestionar la “riqueza de las edades” de su equipo humano, no solo como acción de solidaridad intergeneracional, sino para extraer y conjugar el máximo valor de la experiencia de los mayores y el empuje de la juventud. Así, esta jornada, que se enmarca en la Campaña de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, tiene como objetivo promover un debate sobre este tema, desde el marco conceptual de lo que es una empresa saludable y sostenible, hasta experiencias exitosas que muestran su viabilidad.
- Programa (pdf, 468 Kbytes)
- Solicitud de inscripción
Fuente: INSHT
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